Revoluciones Agrícolas

Primera Revolución Agrícola

Hace decenas de miles de años, los humanos vivían de la tierra en lo que se conoce como sociedades de cazadores-recolectores, cogiendo lo que podían encontrar y desplazándose en busca de nuevas fuentes de alimentos. Los humanos dependían totalmente de las plantas y los animales salvajes, lo que limitaba cuánto podía crecer la población y dónde podían vivir los humanos. La Primera Revolución Agrícola, también conocida como Revolución Neolítica, sacó a los humanos de este ciclo de nomadismo y dependencia de lo salvaje. A partir de unos 10.000 años a.C., los humanos empezaron a cultivar y a establecerse en un lugar, sin necesidad ya de estar en una búsqueda constante de nuevos suministros de alimentos.

No existe una razón singular que explique qué impulsó la Primera Revolución Agrícola, pero la explicación más aceptada es que el final de la última glaciación y el consiguiente cambio climático permitieron cultivar más plantas. Los investigadores saben que la agricultura empezó en una zona de Asia occidental conocida como lamedia luna fértil. Con el tiempo, los humanos descubrieron que podían reproducir el proceso natural de crecimiento de las plantas y domesticar animales salvajes.

Fig. 1 - Antiguo arte egipcio de vacas tirando de un arado, hacia 1200 a.C.

Con estos inventos surgieron las primeras ciudades, ya que las sociedades se concentraron en torno a los lugares donde existían granjas. El resultado fundamental de la Primera Revolución Agrícola fue la abundancia de alimentos. Esta abundancia significaba que la gente podía dedicarse a nuevos oficios aparte de la simple búsqueda de alimentos y la agricultura. No es de extrañar que otros inventos, como la escritura, también se produjeran en esta época.

Segunda Revolución Agrícola

Los miles de años que siguieron a la invención de la agricultura trajeron consigo mejoras constantes en la forma de cultivar, como el arado, y cambios en la propiedad y gestión de las tierras de labranza. La siguiente gran revolución comenzó a mediados del siglo XVI, conocida como la Segunda Revolución Agrícola o Revolución Agrícola Británica. Impulsada por los nuevos inventos e ideas de pensadores británicos como Jethro Tull y Arthur Young, la cantidad de alimentos cultivados alcanzó niveles sin precedentes.

La Revolución Agrícola Británica se considera el momento fundacional de la agricultura moderna: la mayoría de los inventos y técnicas adoptados entonces siguen utilizándose ampliamente en la actualidad. Al final de la Revolución Agrícola Británica, en el siglo XIX, la población de Inglaterra, Escocia y Gales se había más que triplicado debido a la abundancia de alimentos.

Fig. 2 - Las mejoras en la maquinaria agrícola, como el arado, fueron una parte clave de la Segunda Revolución Agrícola

También coincidió con laRevolución Industrial, y ambas tuvieron una relación simbiótica. Las nuevas tecnologías industriales aumentaron los rendimientos agrícolas, y una mano de obra no agrícola más importante permitió la industrialización. Al aumentar la productividad de las explotaciones gracias a las nuevas tecnologías y técnicas agrícolas, se necesitó menos gente para trabajar en la agricultura. Esto hizo que más gente se trasladara a las ciudades en busca de trabajo, un proceso denominado urbanización.

Tercera revolución agrícola

Más recientemente, la Tercera Revolución Agrícola, también conocida como Revolución Verde, introdujo cambios significativos en la agricultura. De todas las revoluciones, ésta fue la que se produjo en menos tiempo, entre los años 40 y 80, pero algunos cambios de la Revolución Verde siguen llegando hoy a los países en desarrollo. Las innovaciones clave que impulsaron la Tercera Revolución Agrícola fueron el cruce de cultivos y el desarrollo de productos agroquímicos más eficaces. Esta revolución comenzó con experimentos realizados en México para crear una variedad de trigo de mayor rendimiento y pronto se extendió a distintos cultivos de todo el mundo. En general, el resultado de esta revolución fue un enorme aumento de la cantidad de alimentos disponibles en todo el mundo, lo que redujo el hambre y la pobreza.

Sin embargo, los beneficios de la Tercera Revolución Agrícola no se han dejado sentir por igual. Algunos países menos desarrollados siguen sin tener el mismo acceso a los productos agroquímicos y a los equipos agrícolas más modernos, por lo que no obtienen rendimientos tan altos como podrían. El auge de la agricultura industrial derivado de la revolución también ha provocado que los pequeños agricultores familiares no puedan competir y pasen apuros por ello.

Causas y efectos de las revoluciones agrícolas

A continuación, vamos a repasar las causas y efectos de las tres diferentes revoluciones agrícolas.

Por último, hablaremos de los inventos significativos derivados de las distintas revoluciones agrícolas.

Los inventos de las revoluciones agrícolas

Los inventos y las innovaciones fueron la fuerza motriz de las tres revoluciones agrícolas; sin ellos, los humanos seguirían cazando y recolectando.

Domesticación de animales

Los animales domesticados son una fuente vital de alimentos en todo el mundo, ya sea a través de su carne o de productos como la leche. Entre los primeros animales domesticados estaban los perros, que eran compañeros esenciales para la caza y, más tarde, para el manejo de rebaños de otros animales como las ovejas. Las cabras, las ovejas y los cerdos fueron otros de los primeros animales domesticados, que proporcionaban fuentes de alimento y vestido a los humanos. Más tarde, la domesticación del ganado vacuno y de los caballos permitió que los nuevos aperos de labranza, como el arado, pudieran ser arrastrados con mayor facilidad, lo que aumentó la eficacia de la agricultura. Otros animales domésticos, como los gatos, contribuyen a mantener plagas como los ratones alejadas de los cultivos y los corrales.

Rotación de cultivos

Si se utiliza una sola planta en la misma superficie de tierra una y otra vez, el suelo acaba perdiendo nutrientes y su capacidad para cultivar disminuye. La solución es la rotación de cultivos, es decir, plantar diferentes cultivos a lo largo del tiempo. Una versión importante de esto se desarrolló durante la Revolución Agrícola Británica, llamada Rotación de Cultivos en Cuatro Campos de Norfolk. Al plantar un cultivo distinto cada año y en distintas estaciones de crecimiento, los agricultores evitaban tener una temporada de barbecho, un periodo en el que no se podía cultivar nada. El sistema también permitía utilizar una parte de la tierra de labranza como pasto durante algún tiempo, lo que ayudaba a aliviar el estrés de tener que alimentar al ganado. En todo el mundo existen variaciones de la rotación de cultivos para preservar la nutrición del suelo y crear la tierra agrícola más productiva posible.

Cultivo de plantas

Otro invento fundamental derivado de las diversas revoluciones agrícolas es el fitomejoramiento. En su forma más básica, los agricultores recogen semillas de las plantas que tienen las características más deseables y eligen plantar esas. Esta práctica se remonta a la Primera Revolución Agrícola, pero ha mejorado con el tiempo.

Hoy en día, con la llegada de la modificación genética, los científicos han acelerado este proceso y pueden crear plantas con rasgos específicos, como ser resistentes a las enfermedades o crecer lo más rápidamente posible.

Agroquímicos

Todas las plantas necesitan una serie de nutrientes para crecer. Los principales son el nitrógeno, el fósforo y el potasio, todos ellos presentes en la naturaleza. Al producir artificialmente estos nutrientes en forma de fertilizantes, los agricultores han acelerado el proceso de crecimiento y han permitido cultivar más plantas en un año de lo que sería posible de otro modo. Otro tipo esencial de productos agroquímicos son los pesticidas. Las plantas se enfrentan a diversas amenazas naturales, como animales, insectos, gérmenes e incluso otras plantas.

Fig. 3 - Un vehículo moderno de fumigación de cultivos rocía productos agroquímicos en un campo

El objetivo de los pesticidas es cubrir la planta con una sustancia que no dañe el cultivo en sí, pero que impida que otras plagas lo ataquen. Aunque los productos agroquímicos han sido vitales para que hoy en día crezcan tantos alimentos, su uso también suscita preocupación por el medio ambiente y la salud humana.