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- Empezaremos definiendo el comportamiento prosocial en psicología y viendo algunos ejemplos de comportamiento prosocial, así como la diferencia entre comportamiento prosocial y altruismo.
- ¿El comportamiento prosocial es innato o aprendido? Examinaremos los ejemplos de comportamientos prosociales en la primera infancia.
- A continuación, veremos los factores que afectan al comportamiento de ayuda y cómo se relaciona con el efecto espectador.
- Por último, esbozaremos los beneficios del comportamiento prosocial para la sociedad y para el individuo.
Ejemplos de comportamiento prosocial
El comportamiento prosocial se refiere a las acciones realizadas para beneficiar a los demás. En lenguaje llano, solemos llamar ayuda a los comportamientos prosociales. Hay toda una serie de acciones que entran en esta categoría, así que distingamos primero los dos tipos principales de comportamiento prosocial:
Mutualismo o cooperación
Altruismo
La cooperación se produce cuando tanto el actor como el receptor se benefician de la acción. En las sociedades de cazadores-recolectores, todos tenían una forma de contribuir al grupo; algunos cazaban, otros buscaban bayas o plantas comestibles, otros cuidaban de los niños. De este modo, todos se beneficiaban del trabajo de los demás.
Supongamos que has acordado con tu pareja que lave los platos siempre que cocines. Si éste es el acuerdo preferido por ambos, los dos podéis beneficiaros de ello.
Por otra parte, el comportamiento altruista beneficia al receptor sin que el actor obtenga ningún beneficio.
Puede tratarse de cualquier cosa, desde ofrecerte voluntario para ayudar a alguien a llevar la compra a casa, ayudar a tus hermanos con los deberes o donar un riñón a un desconocido.
El denominador común de todos estos ejemplos es que el acto es desinteresado, sin expectativas de que la otra persona devuelva el favor.
Las motivaciones que subyacen a los comportamientos prosociales pueden ser diversas; pueden formar parte de las normas sociales. Cuando es costumbre ofrecer ayuda, no nos pensamos dos veces si debemos hacerlo o no. También podemos estar motivados por la reciprocidad. Puede que queramos ayudar a personas que nos han ayudado antes. Otras veces, podemos estar motivados por la empatía: les ayudamos porque queremos que otros nos ayuden en una situación similar. Desglosaremos las teorías que ponen de relieve cómo todos estos motivos pueden informar nuestras acciones.
Diferencias entre comportamiento prosocial y altruismo
El altruismo es un tipo de comportamiento prosocial . A diferencia de otros comportamientos prosociales, implica una preocupación desinteresada por el bienestar de los demás. El comportamiento altruista se refiere a actos que benefician a los demás sin ningún beneficio para ti o a costa de ti mismo. Puede estar motivado por la supervivencia genética, los sentimientos de empatía o las normas sociales, pero no está motivado por la reciprocidad.
Una explicación evolutiva apunta al aumento de la supervivencia genética como razón del altruismo. Cuando dirigimos el altruismo hacia alguien genéticamente emparentado con nosotros, como nuestro hijo, ayudarle significa mejorar el éxito reproductivo de nuestros genes. Por ejemplo, las madres pueden quedarse despiertas toda la noche cuidando de un bebé que llora, aunque eso signifique ir a trabajar agotadas al día siguiente.
Teoría del aprendizaje social: ejemplosde comportamientos prosociales en la primera infancia
La investigación ha descubierto que los niños ayudan espontáneamente a los demás a una edad temprana, pero ¿por qué es así? Según la teoría del aprendizaje social, los niños aprenden a ser prosociales mediante el refuerzo y la exposición a lasnormas sociales.
Al crecer, aprendemos comportamientos de ayuda al estar expuestos a normas sociales como la reciprocidad (si haces el bien a los demás, te corresponderán con el mismo comportamiento) o la responsabilidad social (somos responsables de ayudar a quienes dependen de nosotros).
De niños, también se nos recompensa por ayudar a los demás, y se nos reprende por comportamientos perjudiciales para los demás. De este modo, aprendemos a actuar de forma prosocial en el futuro.
Gentile et al. (2009) demostraron que la exposición a videojuegos prosociales fomentaba un comportamiento más prosocial en niños y adultos jóvenes. Comprobó que los alumnos que jugaban a videojuegos prosociales antes de una tarea experimental actuaban de forma que beneficiaban a los demás. En cambio, los estudiantes que jugaron a videojuegos agresivos actuaron de forma que perjudicaron a los demás. Este estudio demostró que el comportamiento al que estamos expuestos puede predecir cómo actuamos con otras personas.
Sin embargo, otros estudios sugieren que el comportamiento prosocial podría estar presente en la primera infancia, antes de que empecemos a aprender las normas sociales (Warneken y Tomasello, 2006); esto podría sugerir que hay algo intrínseco en el comportamiento de ayuda.
Factores que afectan a la conducta de ayuda
El efecto espectador es un fenómeno que nos permite comprender qué factores afectan a la conducta de ayuda. El efecto espectador se refiere a situaciones en las que las personas no actúan en una emergencia debido a la presencia de otros espectadores.
Un factor que contribuye al comportamiento de ayuda es sentirse responsable de actuar. Consideremos un ejemplo popular que ilustra el efecto espectador: el caso de Kitty Genovese, asesinada en la puerta de su piso de Nueva York en la década de 1960. Tras su asesinato, se informó de que 38 personas presenciaron el asesinato pero no respondieron durante los 35 minutos que duró el asesinato.
La presencia de otras muchas personas que podrían actuar en nuestro lugar puede reducir el sentimiento de responsabilidad personal para ayudar a la persona necesitada.
Otra explicación del efecto espectador es la ignorancia pluralista. Las personas basan sus juicios en las reacciones de los demás. Si no vemos reaccionar a otros a nuestro alrededor, podemos llegar a la conclusión de que no hay ninguna emergencia. Por tanto, supone un esfuerzo ser la primera persona en reaccionar cuando se está rodeado de una multitud ignorante.
Estudio del samaritano del metro de Piliavin et al. (1969)
Pilavin y sus colegas experimentaron con transeúntes en un entorno cotidiano. Observaron las respuestas de la gente que viajaba en el metro de Nueva York ante una persona que se desplomaba. Se interesaron específicamente por saber si la reacción de los transeúntes se vería afectada por las características personales de la víctima.
Descubrieron que cuando la persona que se desplomaba utilizaba un bastón, la gente la ayudaba el 95% de las veces, pero cuando la persona que se desplomaba actuaba como un borracho, sólo la ayudaban el 50% de las veces.
Cuando manipularon la raza de la víctima, no hubo diferencias en el comportamiento de ayuda cuando la víctima utilizaba un dispositivo de ayuda a la movilidad. Sin embargo, en la condición de borracho, la víctima tenía menos probabilidades de ser ayudada por un transeúnte de raza opuesta.
Curiosamente, el número de espectadores no influyó en la rapidez de la ayuda, lo que significa que la difusión de la responsabilidad influyó poco en el comportamiento de ayuda.
Según los autores, cuando nos exponemos a una emergencia en la que alguien puede necesitar ayuda, nos sentimos motivados a actuar debido a la excitación física que experimentamos. Sin embargo, actuar o no depende más de nuestro análisis coste-beneficio de la situación. Adoptamos un comportamiento de ayuda cuando los beneficios superan a los costes.
Si fueras un participante en el estudio Pilavin, podrías considerar que ayudar a una persona con bastón es más gratificante y tiene menos costes. Algunos beneficios serían sentirte mejor por ayudar a alguien necesitado, ser visto como una buena persona por los demás o recibir gratitud de la persona. Por otra parte, ayudar a una persona borracha podría conllevar más riesgos percibidos para ti y potencialmente menos recompensas, por lo que es menos probable que lo hagas.
Levine et al. (2001) Altruismo transcultural
Para investigar los posibles factores transculturales que podrían influir en el comportamiento de ayuda, Levine y sus colegas organizaron una serie de experimentos repetidos en grandes ciudades de 23 países. Midieron la ayuda en situaciones de no emergencia (una persona que deja caer un bolígrafo o una persona con una pierna ortopédica que deja caer revistas) y de emergencia (una persona ciega que intenta cruzar la calle).
Los investigadores analizaron las correlaciones entre el tamaño de la población, la situación económica, el individualismo-colectivismo y la velocidad al caminar en cada país con el comportamiento de ayuda observado. Se descubrió que la única variable que se correlacionaba con el comportamiento de ayuda era la economía.
Las personas de los países más ricos eran menos propensas a ayudar a extraños que las de los países más pobres.
Además, la gente tenía más comportamientos de ayuda en América Latina, lo que estaba relacionado con la simpatia, que es un valor cultural que consiste en trabajar por la armonía en la sociedad y cultivar relaciones interpersonales cálidas.
En el estudio, Levine demuestra cómo los factores económicos o culturales pueden afectar a la probabilidad de que las personas adopten comportamientos prosociales.
Beneficios del comportamiento prosocial
Al considerar los beneficios del comportamiento prosocial, debemos tener en cuenta los beneficios para la sociedad y para el individuo.
Sin duda, el comportamiento prosocial puede beneficiar a la sociedad en su conjunto. Fomenta la reciprocidad y la cooperación o incluso el apoyo desinteresado a otras personas necesitadas. Si el comportamiento prosocial es la norma, podemos sentirnos seguros de que no nos dejarán solos cuando nos necesiten. Además, a menudo los grupos pueden conseguir más que una sola persona, lo que beneficia a la productividad de una sociedad. Por ejemplo, en las sociedades de cazadores-recolectores, los hombres cazaban en grupo y no solos. Al cazar en grupo, podían cazar presas más grandes que solos.
Desde una perspectiva individual, los beneficios del comportamiento prosocial pueden contribuir a la decisión de actuar prosocialmente (análisis coste-beneficio). Estos beneficios pueden ser directos o indirectos. Nos beneficiamos directamente cuando recibimos algo a cambio de la persona a la que ayudamos o indirectamente cuando la acción nos hace sentir mejor con nosotros mismos o mejora nuestra reputación en la comunidad.
Podemos considerar beneficios indirectos incluso cuando realizamos acciones aparentemente altruistas. Por ejemplo, podemos decidir donar sangre porque sabemos que otras personas admiran a los donantes de sangre.
Comportamiento prosocial y altruismo - Puntos clave
- El comportamiento prosocial se refiere a las acciones realizadas con la intención de beneficiar a los demás. Ejemplos de comportamiento prosocial son la cooperación y el altruismo.
- Vemos indicios de comportamiento prosocial ya en la primera infancia. Según la teoría del aprendizaje social, los niños aprenden a ser prosociales mediante el refuerzo y la exposición a las normas sociales.
- La investigación sobre el efecto espectador sugiere que los factores que influyen en el comportamiento prosocial incluyen la responsabilidad percibida, la ignorancia pluralista, el análisis coste-beneficio, así como factores culturales y económicos.
- Piliavin et al. (1969) investigaron la influencia de las características de la víctima en el comportamiento de ayuda, mientras que Levine et al. (2001) analizaron las variables transculturales que podrían influir en el comportamiento prosocial.
- El comportamiento prosocial puede implicar beneficios para la sociedad en su conjunto, así como beneficios para el individuo.
Referencias
- Levine, R. V, Norenzayan, A. & Philbrick, K. (2001) Diferencias transculturales en la ayuda a extraños. Journal of Cross-cultural Psychology, 32, (5), 543-560.
- Piliavin I. M., Rodin, J., & Piliavin, J. A. (1969). El buen samaritanismo: ¿un fenómeno clandestino? Journal of personality and social psychology, 13(4), 289.
- Gentile, D. A., Anderson, C. A., Yukawa, S., Ihori, N., Saleem, M., Ming, L. K., Shibuya, A., Liau, A. K., Khoo, A., Bushman, B. J., Rowell Huesmann, L., & Sakamoto, A. (2009). Los efectos de los videojuegos prosociales en los comportamientos prosociales: pruebas internacionales de estudios correlacionales, longitudinales y experimentales. Personality & social psychology bulletin, 35(6), 752-763. https://doi.org/10.1177/0146167209333045
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