Marcha de las Mujeres sobre Versalles

Cuadro de la Marcha de las Mujeres sobre Versalles (1789), Picryl

Cronología de la Marcha de las Mujeres sobre Versalles

Ahora que conocemos los aspectos básicos, veamos el desarrollo de la marcha.

Antecedentes y contexto

El final del Antiguo Régimen fue un momento de alivio, pero para las clases bajas, el miedo al hambre se convirtió en una fuente constante de ansiedad. Además, se extendieron las acusaciones de que se estaba privando intencionadamente a los pobres de alimentos, sobre todo cereales, en beneficio de los ricos.

Esta marcha no era la primera vez que la gente salía a la calle por la comida. En los disturbios del Réveillon de abril de 1789, los obreros de las fábricas se amotinaron por la propuesta de bajar los salarios y también por el temor a la escasez de alimentos. De nuevo en el verano de 1789, los rumores de un plan para dañar las cosechas de trigo y matar de hambre a la población desencadenaron la llamada Grande Peur (Gran Miedo), que provocó disturbios rurales entre los campesinos.

A pesar de su mitología posrevolucionaria, la Marcha sobre Versalles no fue imprevista. Los oradores revolucionarios discutieron ampliamente la idea de una marcha sobre Versalles en el Palacio Real.

Sinembargo, la gota que colmó el vaso y desencadenó la marcha fue un banquete real celebrado el 1 de octubre en Versalles, considerado insensible en una época de austeridad. Periódicos como L'Ami du Peuple (un periódico radical escrito durante la Revolución Francesa) informaron sobre losfastuosos excesos del banquetey llegaron a exagerarlos. El banquete real se convirtió en una fuente de indignación pública.

El comienzo de la Marcha

La Marcha comenzó en los mercados de lo que antes se conocía como Faubourg Saint-Antoine (la zona este de París). Las mujeres consiguieron que una iglesia cercana tocara sus campanas, lo que hizo que más gente se uniera a la marcha.

Su número aumentó y la multitud empezó a marchar con feroz pasión. Cuando los tocsins (campanas o señales de alarma) sonaron desde las torres de las iglesias de varios distritos, se unieron más mujeres de los mercados locales, muchas de ellas portando cuchillas de cocina y otras armas caseras.

Los manifestantes tomaron primero el Hôtel de Ville, el Ayuntamiento de París, y exigieron pan y armas. Se unieron miles de personas más, entre ellas el destacado revolucionario Stanislas-Marie Maillard, conocido por su papel en el asalto a la Bastilla. Asumió un papel de liderazgo no oficial e impidió algunos de los aspectos potencialmente más violentos de la marcha, como el incendio del Ayuntamiento.

Mientras dirigía a la muchedumbre fuera de la ciudad bajo una lluvia torrencial, Maillard nombró a varias mujeres líderes de grupo, y se dirigieron al Palacio de Versalles.

Objetivos de los manifestantes

Al principio, la marcha parecía tener como objetivo el pan y tener suficiente para comer. Los alborotadores ya habían tenido acceso a las vastas reservas del Ayuntamiento, pero seguían descontentos: querían algo más que una cena; querían garantías de que el pan volvería a ser abundante y asequible. Las mujeres esperaban que esta marcha llamara la atención del Rey sobre su descontento y tomara medidas para realizar los cambios necesarios.

Algunas tenían intenciones más agresivas, deseando vengarse del ejército del rey y de su esposa, María Antonieta, a la que detestaban. Otros querían que el rey abandonara Versalles y regresara a París, donde estaría alejado de lo que consideraban las influencias destructivas de la aristocracia.

El asedio al Palacio de Versalles

Cuando la muchedumbre llegó a Versalles, el segundo grupo de personas reunidas de la región circundante le dio la bienvenida. Los miembros de la Asamblea se reunieron con los manifestantes y recibieron a Maillard en su salón, donde habló de la necesidad de pan.

Los manifestantes le siguieron al interior de la Asamblea y exigieron escuchar a Mirabeau, el famoso diputado reformista y líder de las primeras etapas de la Revolución Francesa. Éste se negó, pero algunos otros diputados, entre ellos Maximilien Robespierre, que en aquella época era todavía una figura prácticamente desconocida en política, agasajaron a los manifestantes con entusiasmo. Robespierre se pronunció enérgicamente a favor de las mujeres y de su situación. Sus esfuerzos fueron bien recibidos; sus llamamientos contribuyeron en gran medida a calmar la animadversión de la multitud hacia la Asamblea.

Un grupo de seis mujeres se reunió con el rey para expresarle sus preocupaciones. El Rey prometió repartir alimentos de los almacenes reales. A pesar de que las seis mujeres estaban satisfechas con este trato, muchos en la multitud desconfiaban y pensaban que renunciaría a esta promesa.

Ataque al palacio

Por la mañana, algunos manifestantes descubrieron una puerta desprotegida del palacio. Una vez dentro, buscaron la alcoba de la reina. Los guardias reales se retiraron por el palacio, cerrando puertas y atrincherando pasillos, mientras que los de la zona comprometida, la cour de marbre, abrieron fuego contra los atacantes, matando a uno de los jóvenes manifestantes de la multitud. El resto, enfurecido, se precipitó hacia la abertura y entró a raudales.

Uno de los gardes du corps de guardia fue rápidamente asesinado, y su cuerpo seccionado. Un segundo guardia, apostado frente a la entrada de los apartamentos de la Reina, intentó enfrentarse a la turba, pero resultó gravemente herido.

A medida que el caos continuaba, otros guardias fueron descubiertos golpeados; al menos a uno le cortaron la cabeza y la colocaron encima de una pica. El ataque se calmó lentamente, lo que permitió a los antiguos guardias franceses y a los gardes du corps reales comunicarse eficazmente. Finalmente, se restableció la paz en el palacio.

La intervención de Lafayette

Aunque la batalla había amainado y los dos comandos de tropas habían desalojado el interior del palacio, la turba permaneció fuera. Tanto el Regimiento de Flandes como otro regimiento regular allí presente, los Dragones de Montmorency, no parecían dispuestos a intervenir contra el pueblo en ese momento.

Mientras que losgardes du corps de guardia en palacio habían demostrado valentía al defender a la familia real durante la noche, el grueso del regimiento había desertado de sus posiciones y se había retirado antes de la mañana.

El ambiente cambió cuando el rey aceptó regresar a París con la multitud. Esto se consolidó aún más cuando Lafayette, el líder de la Guardia Nacional, aumentó su alegría colocando una escarapela tricolor (el símbolo oficial de la revolución) en la gorra del guardaespaldas más cercano al Rey.

La multitud exigió entonces ver a la reina María Antonieta, a la que achacaban muchos problemas económicos. Lafayette, seguido de los hijos de la reina, la condujo al balcón. El público coreó que se llevaran a los niños, y pareció que se preparaba el escenario para un regicidio.

Sin embargo, la multitud empezó a apreciar la valentía de la reina cuando se puso de pie con las manos sobre el pecho, y Lafayette aplacó la furia de la multitud cuando se arrodilló y le besó la mano con un ritmo y una gracia dramáticos. Los manifestantes respondieron con una silenciosa reverencia, y algunos incluso vitorearon.

La familia real y un suplemento de cien diputados fueron conducidos de vuelta a la capital la tarde del 6 de octubre de 1789, esta vez con los Guardias Nacionales armados al frente.

¿Cuál fue el significado de la Marcha?

Excepto 56 representantes pro-monarquía, el resto de la Asamblea Nacional Constituyente siguió al rey a sus nuevos alojamientos en París en el plazo de dos semanas. Como consecuencia de la marcha, el bando monárquico perdió una importante representación en la Asamblea, ya que la mayoría de estos diputados se retiraron de la arena política.

Por otra parte, la defensa de la marcha por parte de Robespierre aumentó significativamente su reputación popular. Lafayette perdió popularidad a pesar de sus elogios iniciales, y los dirigentes radicales le persiguieron hasta el exilio a medida que avanzaba la Revolución.

La imagen de Maillard como héroe local se consolidó a su regreso a París. La Marcha se convirtió en un tema central en los retratos revolucionarios de las damas de París. Las "Madres de la Nación", como se las conocía, fueron recibidas con gran aclamación a su regreso, y los siguientes gobiernos parisinos celebrarían y solicitarían sus servicios durante años.

Tras la Marcha de las Mujeres, Luis intentó trabajar dentro de su limitada autoridad, pero contó con poca ayuda, y él y la familia real se convirtieron prácticamente en prisioneros en el Palacio de las Tullerías.

La Marcha de las Mujeres sobre Versalles y la Revolución Francesa

La Marcha de las Mujeres fue un momento decisivo en la Revolución Francesa, igualando a la caída de la Bastilla. La Marcha serviría de motivación a sus descendientes, simbolizando la fuerza de los movimientos populistas. La ocupación de los escaños de los diputados de la Asamblea sentó un precedente, prefigurando el frecuente uso futuro del control de la turba por parte de los gobiernos parisinos.

El asedio del palacio, brutalmente eficaz, fue la parte más significativa; el ataque rompió definitivamente la mística de superioridad de la monarquía. Señaló el fin de la oposición del rey a la reforma, y éste no hizo más intentos públicos de detener la revolución.