Sitio de Jerusalén

Mapa del Asedio de Jerusalén

Jerusalén alberga el Monte del Templo, donde el Profeta Mahoma ascendió al cielo, lo que le confiere importancia religiosa para los musulmanes. Por ello, su ubicación fue clave en el deseo del califa Umar Ibn Jattab de capturarla. Jerusalén era un importante bastión bizantino en el Levante, una zona al este del mar Mediterráneo de importancia para el Califato Rashidun. Si capturaban esta franja de tierra, les proporcionaría una puerta de entrada a Europa oriental a través de Anatolia, Mesopotamia (Asia occidental, por encima de la península arábiga) y el norte de África (también conocido como el Magreb).

Historia del Asedio de Jerusalén

Cuando el profeta Mahoma murió en 632, la influencia de los musulmanes se centraba principalmente en Medina y La Meca, en la península arábiga. Sin embargo, al cabo de pocos años, el primer califa Abu Bakr extendió su influencia por toda la Península, sofocando la oposición. Había llegado el momento de ampliar sus horizontes, pero Abu Bakr murió repentinamente en 634. Umar Ibn Jattab era ahora el nuevo califa, encargado de extender la influencia del Califato Rashidun.

Examinemos ahora las batallas durante el califato de Umar que condujeron al asedio de la ciudad santa de Jerusalén.

La victoria de Yarmuk también dio vía libre a las fuerzas de Umar para capturar Jerusalén.

Asedio de Jerusalén 637

El sitio de Jerusalén comenzó a finales del 636 y se prolongó hasta el 637, aunque algunas fuentes creen que duró hasta el 638. Sofronio, el patriarca de la ciudad, fue la razón de que durara tanto. Se mantuvo firme en que sólo discutiría los términos de la rendición con Umar. Sin embargo, como Umar estaba en Medina, Jalid ibn al-Walid intentó engañar al patriarca haciéndole creer que era el califa, pero fue reconocido.

La furia del patriarca ante este engaño obligó a Umar a realizar el arduo viaje. La historia de su llegada final es fascinante y alimenta el cultivo de la leyenda del califa.

Cuando Umar llegó a las puertas de la ciudad, dejó perplejo a un resplandeciente Sofronio. ¿Dónde estaba el legendario califa, el gran guerrero? Incrustado en oro y abanicado por dos hombres, el patriarca se asomó al desierto, esperando un espectáculo maravilloso y temible, sólo para ser recibido por un sirviente que conducía un camello. El sirviente, vestido con ropas de pobre, resultó ser Umar.

Fig. 2 - El califa Umar entra en Jerusalén

En lugar de saquear la ciudad, Umar supervisó una transición pacífica, diciendo que todos los políticos bizantinos podían marcharse con todo lo que pudieran llevar. Recorrió la ciudad con Sofronio, quien supuso que Umar querría utilizar la Iglesia del Santo Sepulcro para rezar una oración. Sin embargo, Umar se negó, permitiendo que los cristianos conservaran su iglesia para su religión.

Cuando llegó al Monte del Templo, vio que se había convertido en un vertedero para castigar a los judíos. Las fuerzas bizantinas habían matado a casi todos los judíos de la ciudad en las guerras con los sasánidas persas y habían arrojado basura en su lugar sagrado. Umar empezó tranquilamente a retirar la basura y habló con un judío musulmán converso, pidiéndole que encontrara 80 familias judías para vivir y diversificar la ciudad. Lejos de su reputación de guerrero, esto presenta a Umar como un líder misericordioso, pero nos encontramos con el problema de que la historia la escriben los vencedores. En efecto, argumenta Montefiore

Efectos del Asedio de Jerusalén

Ya con su entrada en la ciudad, estaba claro que Umar Ibn Jattab enfocaría el gobierno de Jerusalén de forma diferente a los patriarcas bizantinos. La ciudad pasaría a ser propiedad de los musulmanes durante casi 500 años, hasta 1099. La revolución se produjo en dos ámbitos en particular.

Nuevos lugares religiosos

Sabemos que Umar tenía grandes planes para el Monte del Templo, pero su reinado terminó en 644 antes de que pudiera construirse nada. Tras las grandes expansiones y campañas que siguieron al sitio de Jerusalén, no fue hasta el califato Ummayad y el califa Abd al-Malik, hacia 692, cuando se erigió una mezquita en el lugar sagrado. Después de que lo fuera, la impronta musulmana en la ciudad quedó clara. Comenzó a florecer una identidad cultural en todo el califato, y gran parte de la arquitectura se inspiró en la Cúpula de la Roca.

Incluso la posición y la cúpula dorada de la mezquita eran significativas, pues mostraban un alejamiento de la humildad de Umar una vez establecido el dominio.

Fig. 3 - La Cúpula de la Roca domina el horizonte de Jerusalén

Nuevos métodos de gobierno

Al igual que el nuevo templo vendría a demostrar el cambio de dominio de los bizantinos a los musulmanes, sus singulares métodos de gobierno eran algo nunca visto. Umar Ibn Jattab promovió una cultura de tolerancia. Permitió que cristianos y judíos siguieran practicando sus religiones, permitiendo incluso que los judíos rindieran culto en el Monte del Templo junto a los musulmanes. Es importante recordar que esto sólo se hizo con la condición de que pagaran la jizyah, un impuesto obligatorio para los no musulmanes. Esto siguió el modelo de otros territorios bizantinos conquistados. Los no creyentes seguían teniendo un trato mejor que antes, donde los impuestos eran más altos y no había libre comercio.

Como ya hemos mencionado, el doble uso del Monte del Templo y los nuevos métodos de gobierno contrastaron la sangrienta historia de Jerusalén. Los métodos de Umar y sus sucesores resultaron más prácticos y duraderos. El punto clave fue que, en última instancia, los miembros de otras religiones pudieron disfrutar de cierta estabilidad y prosperar bajo el gobierno musulmán.